Si te sientes culpable al decir no cuando te piden algo, seguramente estás priorizando las necesidades de los demás sobre las tuyas. Es importante saber cuándo y cómo poner límites en la vida si queremos tener un buen nivel de bienestar emocional. Los límites son sanos.
A veces, se trata del trabajo: una compañera o la persona que ejerce de jefa te pide algo y no sabes cómo decirle que no aunque sientas que no puedes con todo. Incluso en las ocasiones en las que eres capaz de decir no, luego te sientes culpable. Puede que también te ocurra en casa, con la familia, con tu pareja o con los niños. Y así, poco a poco, tus propias necesidades se van quedando olvidadas, relegadas, y un día estallas. Te enfadas y nadie entiende muy bien por qué. Ni siquiera tú.
¿Cómo poner límites en la vida?
Ante todo, debes desterrar de tu mente esas creencias limitantes de que si no dices que sí a todo, eres una mala amiga, compañera, esposa, madre o lo que sea que creas que se pone en tela de juicio. No eres una persona egoísta por pensar en tus propias necesidades y querer comunicar tus límites.
Se trata de afrontar el miedo al rechazo. Te resulta difícil decir que no puedes hacer esto o aquello por miedo a que te juzguen o te aparten. Es una forma de protegerte del aislamiento social. Complacer las necesidades de otros es parte de nuestro instinto de supervivencia: si ayudo a la comunidad, seguiré formando parte de ella. Sin embargo, todo tiene un límite. Nunca mejor dicho. Lo interesante es que conozcas cuál es ese límite, para que tu vida sea más saludable.
Para que las relaciones afectivas o profesionales no se vean afectadas, es importante emplear además una comunicación asertiva. De hecho, comunicar en tiempo y forma lo que necesitas, hará que no termines diciéndolo de mala manera.
7 pasos para poner límites claros
- Identifica cuáles son tus límites
El primer paso para poder comunicar cuáles son tus límites es conocerlos. Si no te has parado a pensar en ello, es el momento de hacerlo. La forma más fácil de identificarlos es prestando atención a nuestras emociones diarias. Cada vez que te enfades, date un tiempo a solas para pensar qué provocó ese enfado en ti. No me refiero al hecho externo sino al significado que le diste. ¿Qué límite fue traspasado por otra persona o por ti misma? ¿Qué necesidad no fue comunicada o no fue escuchada? Seguramente una vez que lo tengas identificado, te será más fácil preparar la comunicación de ese límite o necesidad para que la próxima vez sea respetado.
- Desarrolla amor hacia ti misma
Puede ser que esto ahora te suene lejano pero tiene que ver con ese miedo al rechazo, con la necesidad de ser aceptada, amada, valorada. Si te amas a ti misma como amas a otras personas, si te escuchas y dejas de postergarte, verás cómo disminuye la necesidad de amor exterior. Acéptate cómo eres. Aprueba tus decisiones y acciones. No esperes constantemente la aprobación de los demás porque si lo haces estarás condicionando tus acciones a la idea de complacerlos. Y así, es muy difícil que puedas poner límites sanos, claros y sinceros contigo misma. Aprender a amarte y conviértete en tu prioridad.
- Respeta los límites de los demás
Antes de buscar cómo poner límites en tu vida, piensa si estás respetando los límites de los demás. A veces desconocemos cuáles son esos límites porque otras personas están en la misma situación. No saben ponerlos. Es importante que intentes descubrir cuáles son los límites de las personas que te rodean para respetarlos. Si aceptas y respetas esos límites, te será más fácil establecer los tuyos. En el caso de los niños puede parecerte difícil entender cuáles son sus límites, pero es importante que les ayudes a identificarlos. Hoy mismo mi hijo me decía “no me gusta que me peguen”. Ahí lo tienes. Un límite que él debe establecer para con nosotros y sus amigos es ese. No permitir jamás que le peguen. Obviamente no siempre estará en su mano evitarlo, pero es importante que tenga claro que ese es un límite.
- Acepta que no siempre depende de ti
Como decía, no siempre está en nuestras manos evitar que ocurra algo que está relacionado con un límite nuestro. Yo puedo decir a mi pareja “estoy dispuesta a limpiar los baños porque a ti no te gusta, pero no voy a juntar la ropa que dejas tirada”. Establecí mi límite. No voy a juntar esa ropa. Pero no quiere decir que mi pareja no me lo vaya a pedir nuevamente. O quizá no lo pida pero espere que lo haga. Lo mismo con los niños. Puedes decirles “no quiero que entren al baño cuando estoy yo” pero quizá no puedas evitar que sigan deseando entrar o que te golpeen la puerta para hacerlo. Si te ocurre algo así, en ti estará repetir los límites, y ayudar a que los demás los respeten. Y si una persona en tu entorno laboral o afectivo no está respetando tus límites aún habiéndolos comunicado, no lo dejes pasar. Vuelve a comunicarlos y hazlos respetar.
- Ten paciencia
Ahora que has pensado cómo poner límites en tu vida, a tu pareja, a los niños o en tu entorno profesional, no corras. No desesperes porque los demás no entiendan nada o porque un día transgredan tus límites. No es cuestión de volverse la maníaca de los límites. Se trata de ponerlos con amor. Es una actitud nueva que te permitirá tener un mejor bienestar mental. Aprende de cada puesta en práctica. Cada vez que comuniques tus límites, piensa cómo te has sentido al hacerlo, qué más puedes hacer, qué harías diferente. Pon límites sin juzgar ni juzgarte.
- Respeta tus límites
Una vez que sabes lo que deseas y cómo quieres vivir, es importante que te pongas límites a ti misma. Si tú transgredes tus propios límites, ¿cómo harás que los demás los respeten? Imagínate que has identificado que descansas mejor cuando te acuestas a las diez de la noche y empiezas a hacerlo. No te acuestes a las once de la noche para recoger los juguetes de los niños, limpiar la cocina o mirar las redes sociales. Tampoco es cuestión de que te culpes y te fustigues si un día te saltas tus propios límites, pero es importante que respetes esos acuerdos contigo misma, y hagas valer tus palabras. Es sano.
- Comunica tus límites con asertividad
Una vez identificados tus límites, tendrás que comunicarlos de forma clara y directa pero no severa o agresiva. Explicar los motivos de tu límite puede ayudar a que los demás lo comprendan. Por ejemplo, si no tienes ganas de salir con tus amigas, puedes explicarles que hoy te sientes cansada o desganada y que preferirías verlas otro día. Aplica la empatía a la vez que la sinceridad y la firmeza. Por ejemplo, si tus hijos se enfadan porque no les dejas entrar al baño cuando estás tú, puedes decirles que entiendes que se frustren porque les parece divertido entrar y tocar todo pero que prefieres estar sola, y que en un momento volverás a estar con ellos.
Los límites son sanos
Tú misma verás qué significa poner límites en tu vida. Cuando consigas escuchar lo que necesitas en cada momento y comunicarlo de forma empática y asertiva, te sentirás más cómoda con los resultados, dejando la culpa atrás. Establecer límites claros y respetuosos contigo misma y los demás es, sobre todo, sano.
Ayúdate de una correcta gestión emocional para comenzar a identificar cuáles son esos límites que necesitas poner en tu vida. Poco a poco irás viendo cómo te sientes más a gusto con tus decisiones y acciones diarias. ¡Ánimo! Puedes hacerlo. Y si tienes dudas, déjame un comentario para que juntas podamos aprender la una de la otra.
